Cada día valoramos todo lo que percibimos a través de nuestros sentidos. Lo valoramos etiquetándolo con cualidades estéticas, morales, intelectuales…, por ejemplo, bella canción, historia interesante, persona solidaria. En concreto, en estos últimos meses de confinamiento, emitimos multitud de valoraciones morales sobre el mal o buen hacer de los demás.
¿Para qué valoramos las personas?
Valorar es una acción que realizamos para conocer lo que nos gusta o nos disgusta, lo que nos es beneficioso o perjudicial; y nos ayuda, respecto a las personas que nos rodean, a diferenciarnos de ellas o a identificarnos y así construir nuestro propio carácter.
Los valores son cualidades que nos definen y, según el filósofo Xabier Zubiri, nos permiten acondicionar el mundo en el que vivimos para desarrollarnos plenamente en él.
Existen distintos tipos de valores (Cortina, A. 1996), éticos, estéticos, intelectuales, religiosos,.., y los más importantes son los éticos, como la libertad, la justicia y la igualdad. ¿Por qué los valores éticos son los más importantes?:
- porque los podemos universalizar;
- porque al incorporarlos en nuestra vida, nos hacen crecer en humanidad;
- porque dan forma y sentido a los demás valores;
¿Cómo podemos incorporarlos a nuestra vida?
Para incorporar uno o varios valores a nuestra identidad es necesario darles vida utilizando nuestra capacidad creativa. Se trata de hacerlos reales.
Para ello, hemos de tener en cuenta tres premisas:
1) pensar sobre qué valor queremos que nos defina y dialogar sobre ello con los demás exponiendo argumentos sobre situaciones cotidianas. Únicamente a través del diálogo (respetuoso) podemos construir un criterio propio y madurar moralmente;
2) practicar el valor mediante acciones concretas, advertir las dificultades que pueden surgir y prever los medios que necesitamos para llevarlo a cabo;
3) y, por último, sólo exigir un comportamiento ético a alguien -por ejemplo, hablar con sinceridad- si estamos dispuestos/as a exigirlo de igual forma para los demás.
¿Es fácil llevarlo a cabo?
No es fácil llevarlo a cabo porque en nuestra cultura no tenemos integrado el hábito de debatir y criticar constructivamente el propio comportamiento y el de los demás. Es decir, en las conversaciones cotidianas con otras personas no solemos dialogar con sinceridad y argumentada sobre lo que consideramos justo/injusto, honesto/deshonesto.
Esta falta de reflexión dificulta el construir una autonomía moral y provoca, por un lado, que asumamos los valores impuestos por una minoría cultural, política y económica que lidera el país; y, por otro, que seamos egoístas, exigiendo a los demás un comportamiento mejor del que tenemos cada uno/a de nosotros/as. En consecuencia sentimos soledad, desorientación y decepción.
Por ello, te recomendamos: reflexionar sobre tus propios valores y los de la sociedad en la que habitas; dialogar y debatir con los demás en el día a día; y asumir una actitud coherente. Al final ser mejor persona, como dice Adela Cortina, nos ahorra sufrimiento, abarata costes y nos permite ser felices.
Como dices no es fácil. Pero si todos ponemos de nuestra parte un poco, realmente no seria dificil tener un debate sano y constructivo en el día a día. ¡Me pondré a ello para tratar de sumar!